miércoles, 5 de enero de 2011

Petunia en el pais de las porquerias RELOADED

tenia algo (mucho muy) botado este blog....pero bueno, son cosas que suelen suceder....

con esta version de Petunia, logre ganar el segundo lugar del concurso de cuentos en la U. catolica de temuco bajo el pseudonimo de Caroline =)
aqui la dejo....

Petunia en el país de las porquerías



Había una vez, en un lugar no muy lejano, mas bien cercano, mejor dicho más cerca de lo que puedas imaginar una jovencita algo agraciada, con veinte dedos, diez en las manos y diez en los pies; tenía dos ojos, marrones y grandes, una boca con labios, una nariz y dos orejas pequeñas, pelo ondulado del cuál no se sabe el color original pues éste cambiaba de color periódicamente con los estados de ánimo, media algo así como un metro y sesenta centímetros, a veces más, a veces menos pues como todo en ella dependía del estado de ánimo. Fue criada por una familia bastante especial por no decir más, casi hija única de un matrimonio casi ficticio, con mascotas casi humanas, en una casa casi grande; estudió en un colegio casi cristiano, con profesores casi buenos, y compañeros casi memorables. Casi tuvo una buena infancia y tuvo su primer amor a edad casi temprana.






Petunia es una joven de casi 23 años, que vive casi sola de no ser por su gato de dudosa ascendencia. Son las 4.00 p.m en la gran ciudad que casi siente como su hogar, en el departamento al que casi siente pertenecer. Aquí sólo se escucha el cántico de ésta ciudad come hombres; toma la guitarra que un casi amor le regalo y comienza a tocar intentando acompañar las notas de ésta ciudad, mientras la brisa ferrosa entra por la ventana y danza con las casi blancas cortinas.






Petunia es casi adicta al tabaco, casi obsesionada con los Marlboros rojos y mientras descansa sus dedos de las cuerdas metálicas enciende un cigarrillo, pues no hay casi nada más reconfortante que escuchar como el tabaco se enciende y sentir el humo pasar por dentro.






Casi a las 5.00 p.m tocan el timbre del pequeño departamento, era su nueva casi mejor amiga María, ésta saluda a Petunia de beso casi en la mejilla, más bien cerca del labio casi tocándolo sin intención concreta o quizás por concretar.






Petunia y María se conocieron un día casi normal, casi perfecto, en la plaza que queda dos cuadras a la izquierda y tres a la derecha del pequeño departamento llamado hogar por Petunia. María paseaba a su perra Lucy, y Petunia escuchaba música, su grupo favorito con todo el volumen posible; por cosas que casi no sabría explicar con mayor dificultad a la simpleza del hecho de que ambas se sentían cansadas y decidieron sentarse en la misma banca, bajo el mismo árbol con algo así como 1,35 minutos de diferencia, Petunia primero y María después intentando controlar a la perra y bebiendo su agua demoró un poco más. Ya sentadas no tenían porqué hablar, o siquiera mirarse, casi no hay razón para aquello pero siempre hay un hecho que concurre a un par de almas, o más bien a una (en este caso la canina) pues Lucy sin más que hacer, se abalanzó contra Petunia y le agarró con sus casi inofensivos dientes el pantalón, Petunia solo pegó un salto a su derecha y cayó de la banca, casi rompe su preciado mp4 y casi llora por el polvo qué le entró en su gran ojo izquierdo. María sólo atino a tirar a Lucy y retarla le amarro a un fierro de la banca y acudió a Petunia, ésta última solo sonrió, era la primera vez que un perro casi la mordía y ésta casi perdía la compostura por aquello. Le dijo a María que no preocupase por el casi altercado, y así luego de un rato de conversaciones superfluas necesarias para conocer a alguien, Petunia logró ganarse un movimiento elíptico de la cola de Lucy y una sonrisa casi perfecta de María.






En el minúsculo espacio que comparte con su gato y su ego, Petunia no pudo no dejar de preguntarse la falta de cálculo en aquel saludo, cuando sintió el perfume de María tan cerca, casi sintió que la vida se le iba con el aire que botaba por su boca.






Entre copa y copa que Petunia ofrecía a María de la botella de vino que su Padre una vez regalo esperando fuese ingerida en la celebración de título de su casi perfecta hija, las inhibiciones fueron siendo más protagonistas que la importancia del pensar. Una preguntó a la otra si alguna vez había besado a una mujer y la otra respondió que nunca había tenido el placer; dedos de dos manos derechas se entrelazaron y con lentitud que sorprendería a cualquier tortuga un casi acercamiento se convirtió en uno real, la máxima expresión de contacto detuvo el tiempo o quizás viceversa, si en un momento Petunia sintió que la vida se le iba al sentir el perfume de María, en ese momento paso a ser la muerta viviente más feliz del planeta.






Ya de mañana Petunia despierta sorpresivamente sola en su cama de aspecto minimalista, mira a su alrededor buscando algún indicio de María pero nada se ve, se levanta y va a la cocina, baño, terraza y por último le pregunta a su gato, pero no comprende, prende la radio y por cosas de la vida que ni la misma puede explicar se escucha “When You’re Gone” de la banda The Cranberries, sólo una sonrisa miedosa, un sacrilegio al infinito y un cigarro menos en la cajetilla es la reacción de esta casi acongojada mujer. Se sienta en la terraza a consumir lo que según estudios le quita minutos de vida por segundos de placer.






Ya han pasado años desde aquella inesperada tarde que casi cambio la vida de Petunia, ahora ya con casi 30 años se encuentra sin querer o mejor dicho casi sin querer sentada en la misma banca donde meses atrás una tarde que esperaba fuese de las típicas tranquilas donde la nada es la importante, la música la protagonista y los pasos siguen los acordes solares, en espera de algo o alguien pero con exactitud no puedo decirlo, sus ojos grandes y brillantes miran a un árbol casi a más de unos cinco metros de distancia frente a ella y ver cómo una a una las hojas de aquel árbol caen de este casi entrante otoño parecía su nuevo pasatiempo.






Se ve un sutil movimiento, Petunia se limpia una casi tímida lágrima en la mejilla y sonríe. Casi tiene una nueva vida, un nuevo amor, una casi nueva mascota y una nueva caja de zapatos que cada vez más parece hogar.






La imaginación nos muestra que las realidades son infinitas como las mentiras son verdades pertenecientes al mundo de quien las crea, Petunia sí es una joven, sí tiene un gato y sí vive en una caja de zapatos a la que llama hogar, sí tuvo una vez una guitarra a la que alguna vez tocó con pasión, alguna vez fumó y alguna vez amó pero por ahora su vida es observar un árbol en la plazuela del hospital, quizás María realmente existió, quizás sea su amiga que la visita cada día y le regala un cigarro.





Caroline

1 comentario:

  1. Pushas, estaba entretenida leyéndolo, porque recuerdo haberlo leído en el foro, pero me cortaron la inspiración xP Luego termino, pero pero, recuerdo que "casi" me gustaba xD

    Es entrete :D

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