sábado, 26 de junio de 2010

Un (re)querido soliloquio

Tu me ofreciste escape
yo ofrecí guardar
tu ofreciste tus ojos
yo una mirada
tu las palabras
yo una conversación
complementación suplementaria fue aquella unión

Reunión y convivencia de egos
en una mesa redonda y opulenta.

Oh!, querida Petunia que habeis hecho con tan despreciable sentimiento...
"ya vereis que todo estará mejor",
es la única mentira que puedo decirte para que dejeis de llamarme,
la dualidad ahora,
no nos conviene.

viernes, 21 de mayo de 2010

Desde los Afectos


¿Cómo hacerte saber que siempre hay tiempo?
Que uno tiene que buscarlo y dárselo...
Que nadie establece normas, salvo la vida...
Que la vida sin ciertas normas pierde formas...
Que la forma no se pierde con abrirnos...
Que abrirnos no es amar indiscriminadamente...
Que no está prohibido amar...
Que también se puede odiar...
Que la agresión porque sí, hiere mucho...
Que las heridas se cierran...
Que las puertas no deben cerrarse...
Que la mayor puerta es el afecto...
Que los afectos, nos definen...
Que definirse no es remar contra la corriente...
Que no cuanto más fuerte se hace el trazo, más se dibuja...
Que negar palabras, es abrir distancias...
Que encontrarse es muy hermoso...
Que el sexo forma parte de lo hermoso de la vida...
Que la vida parte del sexo...
Que el por qué de los niños, tiene su por qué...
Que querer saber de alguien, no es sólo curiosidad...
Que saber todo de todos, es curiosidad malsana...
Que nunca está de más agradecer...
Que autodeterminación no es hacer las cosas solo...
Que nadie quiere estar solo...
Que para no estar solo hay que dar...
Que para dar, debemos recibir antes...
Que para que nos den también hay que saber pedir...
Que saber pedir no es regalarse...
Que regalarse en definitiva no es quererse...
Que para que nos quieran debemos demostrar qué somos...
Que para que alguien sea, hay que ayudarlo...
Que ayudar es poder alentar y apoyar...
Que adular no es apoyar...
Que adular es tan pernicioso como dar vuelta la cara...
Que las cosas cara a cara son honestas...
Que nadie es honesto porque no robe...
Que cuando no hay placer en las cosas no se está viviendo...
Que para sentir la vida hay que olvidarse que existe la muerte...
Que se puede estar muerto en vida..
Que se siente con el cuerpo y la mente...
Que con los oídos se escucha...
Que cuesta ser sensible y no herirse...
Que herirse no es desangrarse...
Que para no ser heridos levantamos muros...
Que sería mejor construir puentes...
Que sobre ellos se van a la otra orilla y nadie vuelve...
Que volver no implica retroceder...
Que retroceder también puede ser avanzar...
Que no por mucho avanzar se amanece más cerca del sol...
¿Cómo hacerte saber que nadie establece normas, salvo la vida?


Mario Benedetti ( Uruguay, 1920 - 2009)

EL VERBO SER


Conozco la desesperación a grandes rasgos. La desesperación no tiene alas, no se sienta necesariamente a una mesa quitada en una terraza, de noche, a la orilla del mar. La desesperación es y no es el retorno de una serie de pequeños hechos como semillas que al caer la noche dejan un surco por otro. No es el musgo sobre una piedra o el vaso de beber. Es un barco plagado de nieve, si queréis, como los pájaros que mueren y su sangre no tiene el más mínimo espesor. Conozco la desesperación a grandes rasgos. Una forma muy pequeña, delimitada por joyas de pelo. Es la desesperación. Un collar de perlas para el que no se sabría encontrar broche y cuya existencia no pende siquiera de un hilo, eso es la desesperación.

Del resto no hablemos. Acabaríamos por desesperarnos si comenzáramos. Yo desespero del tragaluz hacia las cuatro, desespero del abanico hacia las doce, desespero del cigarrillo de los condenados. Conozco la desesperación a grandes rasgos. La desesperación no tiene corazón, la mano permanece siempre ante la desesperación jadeando, ante la desesperación que los espejos jamás nos dicen si ha muerto. Vivo de esa desesperación que me encanta. Me gusta esa mosca azul que vuela por el cielo a la hora en que las estrellas canturrean. Conozco a grandes rasgos la desesperaci6n de los largos y frágiles asombros, la desesperaci6n de la soberbia, la desesperación de la ira. Me levanto todos los días como todo el mundo y extiendo los brazos sobre un papel de flores, no me acuerdo de nada, y siempre descubro con desesperaci6n los bellos árboles desarraigados de la noche. El aire de la habitaci6n es bello como unas baquetas de tambor. Forma un tiempo de tiempo. Conozco la desesperación a grandes rasgos. Es como el viento que me ayuda. ¡Se tendrá idea de semejante desesperación! ¡Fuego! Ah, vendrán otra vez... ¡Socorro! Helos ahí cayendo por la escalera... Y los anuncios de periódico, los letreros luminosos a lo largo del canal. A grandes rasgos la desesperación carece de importancia. Es un incordio de estrellas que de nuevo va a formar un día de menos, es un incordio de días de menos que de nuevo va a formar mi vida.

André Breton ( Francia, 1896 - 1966 )

Versión en español de Manuel Álvarez Ortega

Fuente: Apuntes Literarios Hispanoamericanos

domingo, 14 de febrero de 2010

Petunia en el país de las porquerías

Había una vez, en un lugar no muy lejano, mas bien cercano, mejor dicho en tu propio hogar, una jovencita agraciada, tenía 20 dedos, 10 en las manos y 10 en los pies, 5 en cada extremidad; tenia 2 ojos, marrones y grandes, una boca con labios, una nariz y dos orejas pequeñas, pelo ondulado del cual no se sabía el color original pues éste cambiaba de color periódicamente con los estados de animo y además no muy largo pues largo le molestaba, media algo así como 1,60, aveces más, aveces menos como todo en ella, dependía del estado de animo. Fue criada por una familia bastante especial por no decir más, casi hija única de un matrimonio casi ficticio, con mascotas casi humanas, en una casa casi grande; estudió en un colegio casi cristiano, con profesores casi buenos, y compañeros casi memorables. Casi tuvo una buena infancia, casi tuvo su primer amor a edad temprana y casi fue buena hija.


En el país de las porquerías


Estas son las historias de Petunia, joven de casi 23 años, que vive casi sola de no ser por su gato. Son las 4.00 pm. en la ciudad que casi siente como su hogar, en el departamento al que casi siente pertenecer y sólo se escucha el cántico de ésta ciudad casi come hombres; toma la guitarra que un casi amor le regalo, comienza a tocar, intentando acompañar las notas de ésta ciudad, mientras la brisa ferrosa entra por la ventana y danza con las casi blancas cortinas. Petunia es casi adicta al tabaco, casi obsesionada con los Marlboro y mientras descansa sus dedos de las cuerdas metálicas enciende un cigarrillo pues no hay casi nada más reconfortante que escuchar como el tabaco se enciende y sentir el humo pasar por dentro.Casi a las 5.00 pm, tocan el timbre del casi pequeño departamento; era la casi mejor amiga María, ésta saluda a Petunia de beso casi en la mejilla, más bien cerca del labio casi tocándolo, sin intención concreta o quizás por concretar.


Petunia y María se conocieron un día casi normal, casi perfecto, en una plaza. María paseaba a su perra Lucy, y Petunia escuchaba música, su grupo favorito con todo el volumen posible; por cosas que casi no sabría explicar con mayor dificultad a la simpleza del hecho de que ambas se sentían cansadas y decidieron sentarse en la misma banca, bajo el mismo árbol con algo así como 1.35 minutos de diferencia, Petunia primero y María intentando controlar a la perra y bebiendo su agua demoró un poco más. Ya sentadas no tenían porqué hablar, o siquiera mirarse, casi no hay razón para aquello pero siempre hay un hecho que concurre a un par de almas, o más bien a un alma, en este caso la canina, pues Lucy sin más que hacer, se abalanzó contra Petunia y le agarró con sus casi inofensivos dientes el pantalón, Petunia solo pegó un salto a su derecha y cayó de la banca, casi rompe su preciado mp4 y casi llora por el polvo qué le entró en su gran ojo izquierdo. María sólo atino a tirar a Lucy y retarla le amarro a un fierro de la banca y acudió a Petunia, ésta última solo sonrió, era la primera vez que un perro casi la mordía y ésta casi perdía la compostura por aquello. Le dijo a María que no preocupase por el casi altercado, luego de un rato de conversaciones superfluas necesarias para conocer a alguien, Petunia logró ganarse un movimiento elíptico de la cola de Lucy y una sonrisa casi perfecta de María.






.....Continuará.....

jueves, 4 de febrero de 2010

El secreto

Tengo algo que contarte,
pero debes guardar esto como un secreto,
debes jurar que a nadie NUNCA dirás,
lo que tus oídos oirán.

Había una vez, una jovencita de pueblo que deseaba ser jovencita de ciudad,
siempre considerada rara para el raciocinio rural, y campesina para el urbano,
con gustos poco conocidos, algo extravagantes, está de mas decir que la jovencita era una rebelde con causa poco comprometida.

Cuando finalmente la jovencita de pueblo llegó a la ciudad, fue absorbida por ésta, la jovencita se convirtió en una mujercita vividora de la noche, y de los amoríos de 3 horas antes del amanecer, ahogando su falta de madurez en fermentados y destilados de dudosa procedencia. La ahora bien nombrada mujercita conoció, lobos con piel de oveja, ovejas con piel de lobos, osos con sombreros de payasos, gatos come perros y tortugas tramposas; como también leñadores que cortan piedras, príncipes que escalan cabezas rapadas y princesas bellas durmientes que sufren de insomnio.

La mujercita jugando poker con blanca nieves, gano los 7 enanos y así emprendió su viaje de vuelta a un lugar lejano, un lugar que no quedaba detrás, ni delante, era más bien para el lado, algo diagonal , perpendicular a la ciudad; se acercó a un punto medio entre ciudad y pueblo, perfecto para la mujercita, los enanos ya habían sido empeñados lugar, tras lugar para llegar a donde estaba, solo le quedaba uno, el mas viejo.

El pueblo-ciudad tenia otra vibra, lleno de mierda buena onda, entre arcadas sonrientes, la mujercita vio el vestigio de un carruaje; era el príncipe que ella quería, fue entonces cuando la mujercita le pidió un consejo al senil enano, y éste sin pensarlo dos veces aprovecho el momento y se fue corriendo; la mujercita, comprendió el mensaje en el acto aquel y salio corriendo tras el carruaje, corrió días y noches, hasta que lo alcanzo, en ese momento sintió felicidad que no conocía, toco el carruaje hermoso en tonalidades propias de ese príncipe, cuando al fin decidida golpeo la puerta, salió un príncipe, o porlomenos sus ropas lo delataban, la mujercita le saludo y le ofreció su amor; la historia detallada del principe y la mujercita se desconoce, pero si se saben las consecuecias; sólo se sabe que la mujercita vive entre la ciudad y el pueblo, y su gran pasatiempo es jugar poker con Santa Claus, pues ha escuchado que un reno de nariz roja, puede guiar por los cielos hasta al mas ciego.