lunes, 22 de octubre de 2012

ComeMierda

Retomando la casi escritura como diría Petunia, me encuentro con este título que en un momento no muy lejano pero olvidado, quedo como último borrador de entrada en este blog perdido en el tiempo.

Muchas cosas podría escribir, pero no se como filtrar las ideas aún.

Hoy es una de esas madrugadas donde quieres no tener nada que hacer en unas horas, y sabes que no es así, lamentablemente. Deber ir a la U, deber cumplir con la pega, deber, deber, deber....debería irme ala mierda :)

Un cuento corto para un día que será larguísimo, había una vez una autodenominada lesbiana que a la vez odia demostrarlo, que tenía una polola que amaba con su ser, se creó expectativas de vida, no quería más en la vida que estar con este ser humano que no cumplía ninguna de las características que buscaba en un ser humano racional....quizas por eso la amó...

Fin de historia.

Nota: las canutas no son una buena elección para ser polola de mujeres xD!

miércoles, 5 de enero de 2011

Petunia en el pais de las porquerias RELOADED

tenia algo (mucho muy) botado este blog....pero bueno, son cosas que suelen suceder....

con esta version de Petunia, logre ganar el segundo lugar del concurso de cuentos en la U. catolica de temuco bajo el pseudonimo de Caroline =)
aqui la dejo....

Petunia en el país de las porquerías



Había una vez, en un lugar no muy lejano, mas bien cercano, mejor dicho más cerca de lo que puedas imaginar una jovencita algo agraciada, con veinte dedos, diez en las manos y diez en los pies; tenía dos ojos, marrones y grandes, una boca con labios, una nariz y dos orejas pequeñas, pelo ondulado del cuál no se sabe el color original pues éste cambiaba de color periódicamente con los estados de ánimo, media algo así como un metro y sesenta centímetros, a veces más, a veces menos pues como todo en ella dependía del estado de ánimo. Fue criada por una familia bastante especial por no decir más, casi hija única de un matrimonio casi ficticio, con mascotas casi humanas, en una casa casi grande; estudió en un colegio casi cristiano, con profesores casi buenos, y compañeros casi memorables. Casi tuvo una buena infancia y tuvo su primer amor a edad casi temprana.






Petunia es una joven de casi 23 años, que vive casi sola de no ser por su gato de dudosa ascendencia. Son las 4.00 p.m en la gran ciudad que casi siente como su hogar, en el departamento al que casi siente pertenecer. Aquí sólo se escucha el cántico de ésta ciudad come hombres; toma la guitarra que un casi amor le regalo y comienza a tocar intentando acompañar las notas de ésta ciudad, mientras la brisa ferrosa entra por la ventana y danza con las casi blancas cortinas.






Petunia es casi adicta al tabaco, casi obsesionada con los Marlboros rojos y mientras descansa sus dedos de las cuerdas metálicas enciende un cigarrillo, pues no hay casi nada más reconfortante que escuchar como el tabaco se enciende y sentir el humo pasar por dentro.






Casi a las 5.00 p.m tocan el timbre del pequeño departamento, era su nueva casi mejor amiga María, ésta saluda a Petunia de beso casi en la mejilla, más bien cerca del labio casi tocándolo sin intención concreta o quizás por concretar.






Petunia y María se conocieron un día casi normal, casi perfecto, en la plaza que queda dos cuadras a la izquierda y tres a la derecha del pequeño departamento llamado hogar por Petunia. María paseaba a su perra Lucy, y Petunia escuchaba música, su grupo favorito con todo el volumen posible; por cosas que casi no sabría explicar con mayor dificultad a la simpleza del hecho de que ambas se sentían cansadas y decidieron sentarse en la misma banca, bajo el mismo árbol con algo así como 1,35 minutos de diferencia, Petunia primero y María después intentando controlar a la perra y bebiendo su agua demoró un poco más. Ya sentadas no tenían porqué hablar, o siquiera mirarse, casi no hay razón para aquello pero siempre hay un hecho que concurre a un par de almas, o más bien a una (en este caso la canina) pues Lucy sin más que hacer, se abalanzó contra Petunia y le agarró con sus casi inofensivos dientes el pantalón, Petunia solo pegó un salto a su derecha y cayó de la banca, casi rompe su preciado mp4 y casi llora por el polvo qué le entró en su gran ojo izquierdo. María sólo atino a tirar a Lucy y retarla le amarro a un fierro de la banca y acudió a Petunia, ésta última solo sonrió, era la primera vez que un perro casi la mordía y ésta casi perdía la compostura por aquello. Le dijo a María que no preocupase por el casi altercado, y así luego de un rato de conversaciones superfluas necesarias para conocer a alguien, Petunia logró ganarse un movimiento elíptico de la cola de Lucy y una sonrisa casi perfecta de María.






En el minúsculo espacio que comparte con su gato y su ego, Petunia no pudo no dejar de preguntarse la falta de cálculo en aquel saludo, cuando sintió el perfume de María tan cerca, casi sintió que la vida se le iba con el aire que botaba por su boca.






Entre copa y copa que Petunia ofrecía a María de la botella de vino que su Padre una vez regalo esperando fuese ingerida en la celebración de título de su casi perfecta hija, las inhibiciones fueron siendo más protagonistas que la importancia del pensar. Una preguntó a la otra si alguna vez había besado a una mujer y la otra respondió que nunca había tenido el placer; dedos de dos manos derechas se entrelazaron y con lentitud que sorprendería a cualquier tortuga un casi acercamiento se convirtió en uno real, la máxima expresión de contacto detuvo el tiempo o quizás viceversa, si en un momento Petunia sintió que la vida se le iba al sentir el perfume de María, en ese momento paso a ser la muerta viviente más feliz del planeta.






Ya de mañana Petunia despierta sorpresivamente sola en su cama de aspecto minimalista, mira a su alrededor buscando algún indicio de María pero nada se ve, se levanta y va a la cocina, baño, terraza y por último le pregunta a su gato, pero no comprende, prende la radio y por cosas de la vida que ni la misma puede explicar se escucha “When You’re Gone” de la banda The Cranberries, sólo una sonrisa miedosa, un sacrilegio al infinito y un cigarro menos en la cajetilla es la reacción de esta casi acongojada mujer. Se sienta en la terraza a consumir lo que según estudios le quita minutos de vida por segundos de placer.






Ya han pasado años desde aquella inesperada tarde que casi cambio la vida de Petunia, ahora ya con casi 30 años se encuentra sin querer o mejor dicho casi sin querer sentada en la misma banca donde meses atrás una tarde que esperaba fuese de las típicas tranquilas donde la nada es la importante, la música la protagonista y los pasos siguen los acordes solares, en espera de algo o alguien pero con exactitud no puedo decirlo, sus ojos grandes y brillantes miran a un árbol casi a más de unos cinco metros de distancia frente a ella y ver cómo una a una las hojas de aquel árbol caen de este casi entrante otoño parecía su nuevo pasatiempo.






Se ve un sutil movimiento, Petunia se limpia una casi tímida lágrima en la mejilla y sonríe. Casi tiene una nueva vida, un nuevo amor, una casi nueva mascota y una nueva caja de zapatos que cada vez más parece hogar.






La imaginación nos muestra que las realidades son infinitas como las mentiras son verdades pertenecientes al mundo de quien las crea, Petunia sí es una joven, sí tiene un gato y sí vive en una caja de zapatos a la que llama hogar, sí tuvo una vez una guitarra a la que alguna vez tocó con pasión, alguna vez fumó y alguna vez amó pero por ahora su vida es observar un árbol en la plazuela del hospital, quizás María realmente existió, quizás sea su amiga que la visita cada día y le regala un cigarro.





Caroline

sábado, 26 de junio de 2010

Un (re)querido soliloquio

Tu me ofreciste escape
yo ofrecí guardar
tu ofreciste tus ojos
yo una mirada
tu las palabras
yo una conversación
complementación suplementaria fue aquella unión

Reunión y convivencia de egos
en una mesa redonda y opulenta.

Oh!, querida Petunia que habeis hecho con tan despreciable sentimiento...
"ya vereis que todo estará mejor",
es la única mentira que puedo decirte para que dejeis de llamarme,
la dualidad ahora,
no nos conviene.

viernes, 21 de mayo de 2010

Desde los Afectos


¿Cómo hacerte saber que siempre hay tiempo?
Que uno tiene que buscarlo y dárselo...
Que nadie establece normas, salvo la vida...
Que la vida sin ciertas normas pierde formas...
Que la forma no se pierde con abrirnos...
Que abrirnos no es amar indiscriminadamente...
Que no está prohibido amar...
Que también se puede odiar...
Que la agresión porque sí, hiere mucho...
Que las heridas se cierran...
Que las puertas no deben cerrarse...
Que la mayor puerta es el afecto...
Que los afectos, nos definen...
Que definirse no es remar contra la corriente...
Que no cuanto más fuerte se hace el trazo, más se dibuja...
Que negar palabras, es abrir distancias...
Que encontrarse es muy hermoso...
Que el sexo forma parte de lo hermoso de la vida...
Que la vida parte del sexo...
Que el por qué de los niños, tiene su por qué...
Que querer saber de alguien, no es sólo curiosidad...
Que saber todo de todos, es curiosidad malsana...
Que nunca está de más agradecer...
Que autodeterminación no es hacer las cosas solo...
Que nadie quiere estar solo...
Que para no estar solo hay que dar...
Que para dar, debemos recibir antes...
Que para que nos den también hay que saber pedir...
Que saber pedir no es regalarse...
Que regalarse en definitiva no es quererse...
Que para que nos quieran debemos demostrar qué somos...
Que para que alguien sea, hay que ayudarlo...
Que ayudar es poder alentar y apoyar...
Que adular no es apoyar...
Que adular es tan pernicioso como dar vuelta la cara...
Que las cosas cara a cara son honestas...
Que nadie es honesto porque no robe...
Que cuando no hay placer en las cosas no se está viviendo...
Que para sentir la vida hay que olvidarse que existe la muerte...
Que se puede estar muerto en vida..
Que se siente con el cuerpo y la mente...
Que con los oídos se escucha...
Que cuesta ser sensible y no herirse...
Que herirse no es desangrarse...
Que para no ser heridos levantamos muros...
Que sería mejor construir puentes...
Que sobre ellos se van a la otra orilla y nadie vuelve...
Que volver no implica retroceder...
Que retroceder también puede ser avanzar...
Que no por mucho avanzar se amanece más cerca del sol...
¿Cómo hacerte saber que nadie establece normas, salvo la vida?


Mario Benedetti ( Uruguay, 1920 - 2009)

EL VERBO SER


Conozco la desesperación a grandes rasgos. La desesperación no tiene alas, no se sienta necesariamente a una mesa quitada en una terraza, de noche, a la orilla del mar. La desesperación es y no es el retorno de una serie de pequeños hechos como semillas que al caer la noche dejan un surco por otro. No es el musgo sobre una piedra o el vaso de beber. Es un barco plagado de nieve, si queréis, como los pájaros que mueren y su sangre no tiene el más mínimo espesor. Conozco la desesperación a grandes rasgos. Una forma muy pequeña, delimitada por joyas de pelo. Es la desesperación. Un collar de perlas para el que no se sabría encontrar broche y cuya existencia no pende siquiera de un hilo, eso es la desesperación.

Del resto no hablemos. Acabaríamos por desesperarnos si comenzáramos. Yo desespero del tragaluz hacia las cuatro, desespero del abanico hacia las doce, desespero del cigarrillo de los condenados. Conozco la desesperación a grandes rasgos. La desesperación no tiene corazón, la mano permanece siempre ante la desesperación jadeando, ante la desesperación que los espejos jamás nos dicen si ha muerto. Vivo de esa desesperación que me encanta. Me gusta esa mosca azul que vuela por el cielo a la hora en que las estrellas canturrean. Conozco a grandes rasgos la desesperaci6n de los largos y frágiles asombros, la desesperaci6n de la soberbia, la desesperación de la ira. Me levanto todos los días como todo el mundo y extiendo los brazos sobre un papel de flores, no me acuerdo de nada, y siempre descubro con desesperaci6n los bellos árboles desarraigados de la noche. El aire de la habitaci6n es bello como unas baquetas de tambor. Forma un tiempo de tiempo. Conozco la desesperación a grandes rasgos. Es como el viento que me ayuda. ¡Se tendrá idea de semejante desesperación! ¡Fuego! Ah, vendrán otra vez... ¡Socorro! Helos ahí cayendo por la escalera... Y los anuncios de periódico, los letreros luminosos a lo largo del canal. A grandes rasgos la desesperación carece de importancia. Es un incordio de estrellas que de nuevo va a formar un día de menos, es un incordio de días de menos que de nuevo va a formar mi vida.

André Breton ( Francia, 1896 - 1966 )

Versión en español de Manuel Álvarez Ortega

Fuente: Apuntes Literarios Hispanoamericanos

domingo, 14 de febrero de 2010

Petunia en el país de las porquerías

Había una vez, en un lugar no muy lejano, mas bien cercano, mejor dicho en tu propio hogar, una jovencita agraciada, tenía 20 dedos, 10 en las manos y 10 en los pies, 5 en cada extremidad; tenia 2 ojos, marrones y grandes, una boca con labios, una nariz y dos orejas pequeñas, pelo ondulado del cual no se sabía el color original pues éste cambiaba de color periódicamente con los estados de animo y además no muy largo pues largo le molestaba, media algo así como 1,60, aveces más, aveces menos como todo en ella, dependía del estado de animo. Fue criada por una familia bastante especial por no decir más, casi hija única de un matrimonio casi ficticio, con mascotas casi humanas, en una casa casi grande; estudió en un colegio casi cristiano, con profesores casi buenos, y compañeros casi memorables. Casi tuvo una buena infancia, casi tuvo su primer amor a edad temprana y casi fue buena hija.


En el país de las porquerías


Estas son las historias de Petunia, joven de casi 23 años, que vive casi sola de no ser por su gato. Son las 4.00 pm. en la ciudad que casi siente como su hogar, en el departamento al que casi siente pertenecer y sólo se escucha el cántico de ésta ciudad casi come hombres; toma la guitarra que un casi amor le regalo, comienza a tocar, intentando acompañar las notas de ésta ciudad, mientras la brisa ferrosa entra por la ventana y danza con las casi blancas cortinas. Petunia es casi adicta al tabaco, casi obsesionada con los Marlboro y mientras descansa sus dedos de las cuerdas metálicas enciende un cigarrillo pues no hay casi nada más reconfortante que escuchar como el tabaco se enciende y sentir el humo pasar por dentro.Casi a las 5.00 pm, tocan el timbre del casi pequeño departamento; era la casi mejor amiga María, ésta saluda a Petunia de beso casi en la mejilla, más bien cerca del labio casi tocándolo, sin intención concreta o quizás por concretar.


Petunia y María se conocieron un día casi normal, casi perfecto, en una plaza. María paseaba a su perra Lucy, y Petunia escuchaba música, su grupo favorito con todo el volumen posible; por cosas que casi no sabría explicar con mayor dificultad a la simpleza del hecho de que ambas se sentían cansadas y decidieron sentarse en la misma banca, bajo el mismo árbol con algo así como 1.35 minutos de diferencia, Petunia primero y María intentando controlar a la perra y bebiendo su agua demoró un poco más. Ya sentadas no tenían porqué hablar, o siquiera mirarse, casi no hay razón para aquello pero siempre hay un hecho que concurre a un par de almas, o más bien a un alma, en este caso la canina, pues Lucy sin más que hacer, se abalanzó contra Petunia y le agarró con sus casi inofensivos dientes el pantalón, Petunia solo pegó un salto a su derecha y cayó de la banca, casi rompe su preciado mp4 y casi llora por el polvo qué le entró en su gran ojo izquierdo. María sólo atino a tirar a Lucy y retarla le amarro a un fierro de la banca y acudió a Petunia, ésta última solo sonrió, era la primera vez que un perro casi la mordía y ésta casi perdía la compostura por aquello. Le dijo a María que no preocupase por el casi altercado, luego de un rato de conversaciones superfluas necesarias para conocer a alguien, Petunia logró ganarse un movimiento elíptico de la cola de Lucy y una sonrisa casi perfecta de María.






.....Continuará.....

jueves, 4 de febrero de 2010

El secreto

Tengo algo que contarte,
pero debes guardar esto como un secreto,
debes jurar que a nadie NUNCA dirás,
lo que tus oídos oirán.

Había una vez, una jovencita de pueblo que deseaba ser jovencita de ciudad,
siempre considerada rara para el raciocinio rural, y campesina para el urbano,
con gustos poco conocidos, algo extravagantes, está de mas decir que la jovencita era una rebelde con causa poco comprometida.

Cuando finalmente la jovencita de pueblo llegó a la ciudad, fue absorbida por ésta, la jovencita se convirtió en una mujercita vividora de la noche, y de los amoríos de 3 horas antes del amanecer, ahogando su falta de madurez en fermentados y destilados de dudosa procedencia. La ahora bien nombrada mujercita conoció, lobos con piel de oveja, ovejas con piel de lobos, osos con sombreros de payasos, gatos come perros y tortugas tramposas; como también leñadores que cortan piedras, príncipes que escalan cabezas rapadas y princesas bellas durmientes que sufren de insomnio.

La mujercita jugando poker con blanca nieves, gano los 7 enanos y así emprendió su viaje de vuelta a un lugar lejano, un lugar que no quedaba detrás, ni delante, era más bien para el lado, algo diagonal , perpendicular a la ciudad; se acercó a un punto medio entre ciudad y pueblo, perfecto para la mujercita, los enanos ya habían sido empeñados lugar, tras lugar para llegar a donde estaba, solo le quedaba uno, el mas viejo.

El pueblo-ciudad tenia otra vibra, lleno de mierda buena onda, entre arcadas sonrientes, la mujercita vio el vestigio de un carruaje; era el príncipe que ella quería, fue entonces cuando la mujercita le pidió un consejo al senil enano, y éste sin pensarlo dos veces aprovecho el momento y se fue corriendo; la mujercita, comprendió el mensaje en el acto aquel y salio corriendo tras el carruaje, corrió días y noches, hasta que lo alcanzo, en ese momento sintió felicidad que no conocía, toco el carruaje hermoso en tonalidades propias de ese príncipe, cuando al fin decidida golpeo la puerta, salió un príncipe, o porlomenos sus ropas lo delataban, la mujercita le saludo y le ofreció su amor; la historia detallada del principe y la mujercita se desconoce, pero si se saben las consecuecias; sólo se sabe que la mujercita vive entre la ciudad y el pueblo, y su gran pasatiempo es jugar poker con Santa Claus, pues ha escuchado que un reno de nariz roja, puede guiar por los cielos hasta al mas ciego.