domingo, 14 de febrero de 2010

Petunia en el país de las porquerías

Había una vez, en un lugar no muy lejano, mas bien cercano, mejor dicho en tu propio hogar, una jovencita agraciada, tenía 20 dedos, 10 en las manos y 10 en los pies, 5 en cada extremidad; tenia 2 ojos, marrones y grandes, una boca con labios, una nariz y dos orejas pequeñas, pelo ondulado del cual no se sabía el color original pues éste cambiaba de color periódicamente con los estados de animo y además no muy largo pues largo le molestaba, media algo así como 1,60, aveces más, aveces menos como todo en ella, dependía del estado de animo. Fue criada por una familia bastante especial por no decir más, casi hija única de un matrimonio casi ficticio, con mascotas casi humanas, en una casa casi grande; estudió en un colegio casi cristiano, con profesores casi buenos, y compañeros casi memorables. Casi tuvo una buena infancia, casi tuvo su primer amor a edad temprana y casi fue buena hija.


En el país de las porquerías


Estas son las historias de Petunia, joven de casi 23 años, que vive casi sola de no ser por su gato. Son las 4.00 pm. en la ciudad que casi siente como su hogar, en el departamento al que casi siente pertenecer y sólo se escucha el cántico de ésta ciudad casi come hombres; toma la guitarra que un casi amor le regalo, comienza a tocar, intentando acompañar las notas de ésta ciudad, mientras la brisa ferrosa entra por la ventana y danza con las casi blancas cortinas. Petunia es casi adicta al tabaco, casi obsesionada con los Marlboro y mientras descansa sus dedos de las cuerdas metálicas enciende un cigarrillo pues no hay casi nada más reconfortante que escuchar como el tabaco se enciende y sentir el humo pasar por dentro.Casi a las 5.00 pm, tocan el timbre del casi pequeño departamento; era la casi mejor amiga María, ésta saluda a Petunia de beso casi en la mejilla, más bien cerca del labio casi tocándolo, sin intención concreta o quizás por concretar.


Petunia y María se conocieron un día casi normal, casi perfecto, en una plaza. María paseaba a su perra Lucy, y Petunia escuchaba música, su grupo favorito con todo el volumen posible; por cosas que casi no sabría explicar con mayor dificultad a la simpleza del hecho de que ambas se sentían cansadas y decidieron sentarse en la misma banca, bajo el mismo árbol con algo así como 1.35 minutos de diferencia, Petunia primero y María intentando controlar a la perra y bebiendo su agua demoró un poco más. Ya sentadas no tenían porqué hablar, o siquiera mirarse, casi no hay razón para aquello pero siempre hay un hecho que concurre a un par de almas, o más bien a un alma, en este caso la canina, pues Lucy sin más que hacer, se abalanzó contra Petunia y le agarró con sus casi inofensivos dientes el pantalón, Petunia solo pegó un salto a su derecha y cayó de la banca, casi rompe su preciado mp4 y casi llora por el polvo qué le entró en su gran ojo izquierdo. María sólo atino a tirar a Lucy y retarla le amarro a un fierro de la banca y acudió a Petunia, ésta última solo sonrió, era la primera vez que un perro casi la mordía y ésta casi perdía la compostura por aquello. Le dijo a María que no preocupase por el casi altercado, luego de un rato de conversaciones superfluas necesarias para conocer a alguien, Petunia logró ganarse un movimiento elíptico de la cola de Lucy y una sonrisa casi perfecta de María.






.....Continuará.....

3 comentarios:

  1. la metafora , tan caracteristica tuya , me agrada : ). de fondo sin gamulan..ohh recuerdo cuando nicole estuvo en iquique , grite que la amaba . fue una locura , una locura de amor jajajaj

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  2. encontré tu blog sapeando por una página... y la verdad estoy disfrutando harto leyendolo, asi que te visitaré seguido, besos y nos leemos, bye*

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  3. Me gusto mucho!! aJOAJO felicidades! Yo nunca puedo escribir cosas de la nada, tengo que basarme en algo...

    =D

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