jueves, 4 de febrero de 2010

El secreto

Tengo algo que contarte,
pero debes guardar esto como un secreto,
debes jurar que a nadie NUNCA dirás,
lo que tus oídos oirán.

Había una vez, una jovencita de pueblo que deseaba ser jovencita de ciudad,
siempre considerada rara para el raciocinio rural, y campesina para el urbano,
con gustos poco conocidos, algo extravagantes, está de mas decir que la jovencita era una rebelde con causa poco comprometida.

Cuando finalmente la jovencita de pueblo llegó a la ciudad, fue absorbida por ésta, la jovencita se convirtió en una mujercita vividora de la noche, y de los amoríos de 3 horas antes del amanecer, ahogando su falta de madurez en fermentados y destilados de dudosa procedencia. La ahora bien nombrada mujercita conoció, lobos con piel de oveja, ovejas con piel de lobos, osos con sombreros de payasos, gatos come perros y tortugas tramposas; como también leñadores que cortan piedras, príncipes que escalan cabezas rapadas y princesas bellas durmientes que sufren de insomnio.

La mujercita jugando poker con blanca nieves, gano los 7 enanos y así emprendió su viaje de vuelta a un lugar lejano, un lugar que no quedaba detrás, ni delante, era más bien para el lado, algo diagonal , perpendicular a la ciudad; se acercó a un punto medio entre ciudad y pueblo, perfecto para la mujercita, los enanos ya habían sido empeñados lugar, tras lugar para llegar a donde estaba, solo le quedaba uno, el mas viejo.

El pueblo-ciudad tenia otra vibra, lleno de mierda buena onda, entre arcadas sonrientes, la mujercita vio el vestigio de un carruaje; era el príncipe que ella quería, fue entonces cuando la mujercita le pidió un consejo al senil enano, y éste sin pensarlo dos veces aprovecho el momento y se fue corriendo; la mujercita, comprendió el mensaje en el acto aquel y salio corriendo tras el carruaje, corrió días y noches, hasta que lo alcanzo, en ese momento sintió felicidad que no conocía, toco el carruaje hermoso en tonalidades propias de ese príncipe, cuando al fin decidida golpeo la puerta, salió un príncipe, o porlomenos sus ropas lo delataban, la mujercita le saludo y le ofreció su amor; la historia detallada del principe y la mujercita se desconoce, pero si se saben las consecuecias; sólo se sabe que la mujercita vive entre la ciudad y el pueblo, y su gran pasatiempo es jugar poker con Santa Claus, pues ha escuchado que un reno de nariz roja, puede guiar por los cielos hasta al mas ciego.

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